lunes, 3 de enero de 2011

Libros

Mangee está en la bilioteca Federica Montseny del barrio madrileño de Vallecas. Nunca había estado allí. Sus pies, guiados por no sé que sabio instinto le habían hecho entrar.
Quizás su alma anrquista, que no se somete a ninguna imposición, quizás por debilidad a ella, que en la II república española fue la primera mujer que ocupó un cargo ministerial en la Europa occidental.
Mangee disfruta de todo lo relacionado con los libros, pero el olor de unas páginas recien impresas es lo que más le afecta.
Miles de historias inconclusas, abiertas, resbalaban por los lomos de los libros.
Cerró los ojos y sus ,manos, expertas lectoras del alfabeto Braille, se detuvieron en el lomo de un atlas de 1990.
Se le escurrió entre las manos y cayó al suelo, abierto por una página que mostraba dos países: China y la Unión Soviética.
Y los recuerdos la asaltaron ...
19 de agosto de 1991, Mangee se encuentra, a medianoche, en la sala de espera de la estación ferroviaria de Harbin.
Durante la tarde, las dos cadenas de la televisón china muestran imágenes de tanques que destrozan el pavimento moscovita y los sueños aperturistas de 150 millones de personas.
La ferrea censura china extirpa el sonido de las cadenas de televisión por satélite que se recepcionan en este rincón del mundo.
Ha llamado tres veces al consulado soviético y nadie toma el teléfono.
Espera en la estación y conjura la incertidumbre con una canción del divino visionario Frank Zappa "... well, I was born to have adventures, so I just followed up the steps, right past her fuming incense stencher to where she hung her castanets ..."
Aborda el tren ligera de equipaje, con el alma cargada de expectativas.
Nada que hacer, nada que decir ... se refugia en un mutismo zen, espera sin desesperar.
Mientras la preparan un té en el vagón restaurante descubre, entre diarios abandonados, dos folios manuscritos.

Mangee los lee avidamente, las primeras frases le golpean sin dolor, reconoce expresiones amadas, modismos sugerentes, giros de ultramar que a ella le suenan secos, firmes y solemnes.

" ... este tren me lleva a ninguna parte, la soledad se desliza por debajo de la puerta. Alma pesada y corazón ausente. En mi maleta sólo tus recuerdos. Te añoro intensamente al cruzar la frontera, sequedad en la garganta. Bebo un café con cardamomo y reconozco, en él, el olor de tu pubis y la tonalidad de tus ojos cuando sonries ..."

Dobla en cuatro los folios y los coloca bajo el cinturón, dulce mano de papel que le acaricia las caderas.

En el compartimento, y mientras los lee, el tiempo salta por la ventanilla y se suicida en los railes.
14 años sin sentido ahora son comprensibles, tenía que ser así. Nada escapa a la fuerza superior.
Mangee siente un cosquilleo muy agradable en los muslos al leer la última frase:
" ... y te espero el 29 de agosto de este año 1991. Año capicua con tu número duplicado, con un día precedido por el dos, como nosotros, como las palabras que ansio escuchar de tus labios. Veré chispear tu cabello en la grisura de la estación y te reconoceré ..."

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