domingo, 2 de enero de 2011

Ella se arriesga

En Bucuresti, al llegar la noche, sólo encienden las farolas de un lado de la calle. Los viajeros de los tranvías siempre miran a la izquierda, a la acera iluminada.
Donde no llega la luz, un mundo inquietante lanza consignas a los navegantes de la noche. Es un archipiélago al que se llega con billete de ida. El precio a pagar por el regreso es muy elevado, tanto que no se acepta el dinero. Hay quien puso influencias y poderosos contactos sobre la mesa, pero no llegó a cubrir la apuesta.
Mangee lo sabe, ya ha entrado y salido 8 veces. Ésta será su última incursión al submundo que rasga la realidad y la transforma en una caricatura que esboza una mueca amarga. Ha prometido no arriesgarse más, ni nada ni nadie lo merece.
Aquí las personas son arquetipos, poseen una definición tan contrastada que les hace fuertes y vulnerables a la vez. Fuertes porque no traspasan nunca la línea y la repetición de situaciones les arma poderosamente, son dioses en su pequeña parcela. Son vulnerables porque si les haces dar un paso más allá de los límites se derrumban.
Mangee no quiere negociar con segundones. Ella irá a la cabeza.
El monarca del submundo la recibe con una sonrisa de victoria casi saboreada.

- Esta vez no saldrás.
- He venido a recuperar algo que nunca tuvo que llegar a tus manos. Algo que aquí no tiene ningún valor pero que al otro lado de la calle valdría cien vidas.
El Monarca saca del bolsillo del chaleco una pequeña llave negra y con un ademán indica a Mangee que le siga. Al final del pasillo una puerta sucia guarda todo lo que nos robaron mientras dormíamos, los sueños que no recordamos al despertar porque alguien los arrojó a la cloaca, los juguetes que espíritus envidiosos rompieron el día de nuestro cumpleaños, las cartas que nunca nos llegaron porque la lluvia ácida las abrasó.
Dos estanterías hasta el techo soportan una gran diversidad de objetos y emociones

- Dime qué es lo que quiéres

Mangee toma un sobre de la segunda estantería.

- Bien, ahora dime ... ¿qué me das a cambio?
- Te daré algo que no podrás rechazar.
- ¿Qué es? Muéstralo ...
- Te daré una historia, LA historia para ser precisa. Si no conoces esa historia no entiendes nada, ella te hará reconocer el mecanismo oculto que hace que, a pesar de ti y de lo que representas, las personas sigan atrapadas en la mediocridad, que soporten días de tedio y dolor sólo por la esperanza de, un día, rasgar este sobre.

El Monarca, que es un buen negociante, se da cuenta del gran valor del sobre y aprovecha la situación.

- No, no quiero LA historia, quiero que la descompongas hasta el infinito, que cada día de tu vida me des una historia que nos remita, , sin repetirla, a LA historia.
- De acuerdo

Y Mangee regresó. Hay quien dice que ya han pasado 5 años y aún no ha encontrado a quien entregar el sobre. Es más, dicen que una vez la vieron abrirlo. Se acercaron a ella, por la espalda y sólo pudieron una ver la mitad superior de una fotografía desvaída -
una mujer de aspecto agitanado con un pañuelo rojo en la cabeza y cuatro brazaletes en el brazo -

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