domingo, 2 de enero de 2011

Ararat

Mangee está sentada en la cuneta. La moto Jawa de 250 cc se despeñado por un precipicio del kilómetro 442 de la carretera militar georgiana. La ruta Tbilisi - Ereván parecía más fácil en el mapa.
La caída le ha producido leves contusiones, un dolor sordo y persistente en el cuello y una luxación en un dedo.
A 200 metros está el lago Seván, Mangee ha recogido su mochila teñida de negro por el asfalto y camina hacia el lago. Se detiene junto a una madriguera de erizo, bajo una higuera, y le deja un trozo de bizcocho.
En la orilla del lago se desnuna y se zambulle, bucea con breves inmersiones y nota cómo el agua fría le tonifica la espalda. Deja atrás ondas acaracoladas, corta la superficie del lago con la elegancia del mascarón de proa de un galeón.
De regreso a la orilla se seca con una camisa de franela y se viste. Ancho pantalón negro de lino, camisa blanca vietnamita y unas sandalias marrones compradas en el rastro madrileño.
Un camión Almaz se ofrece a llevarla hasta Ereván. El conductor, un topógrafo de Minks que trabajó 3 años en Cuba, le cuenta historias de ron y mulatas en el barrio viejo de La Habana. Iván, que así se llama, cada vez que la mira lo hace presentándole el lado izquierdo de su rostro, una cicatriz invisible le desgarró la piel desde la frente a la mandíbula.
Hacen un alto para tomar una taza de té negro y ciruelas de dulces interiores.
Mangee evita, en la conversación, dar mucha información, pero el topógrafo parece leer lo no dicho y le ofrece un cigarrillo sabiendo que Mangee lo aceptará.
Ereván les recibe con controles militares y grajos que graznan mientras vuelan de iglesia a iglesia. Mangee baja del camión en la calle Sayat Nova, frente al mejor hotel y no se despide del topógrafo, sabe que irremediablemente se encontrarán no más tarde de 60 días, siente que Iván sigue el contorno de su cuello con la mirada, acariciándolo mientras ella sube la escalinata del hotel.
Se registra en la recepción cómo antropóloga y deposita uno de los tres pasaportes que siempre lleva consigo y tararea una canción "... I have changed my name so often, I've lost my wife and children but I've many friends and some of them are with me ..."
Ducha rápida, maquillaje lento y un vestido color berenjena hacen que todas las miradas la sigan cuando entra al restaurante del hotel.
Un camarero obedece la mirada de unos ojos negros y la acompaña hasta la mesa del comandante de los cascos azules destacados en la zona. Es un noruego de conversación superficial y melancolía profunda.
Golpes y golpes de fuego transparente en las copas de ouzo griego sueltan las prevenciones del noruego. Promete dejar, a la mañana siguiente, un salvoconducto, que permitirá a Mangee acercarse al promontorio más alto de Ereván para tener la mejor vista del monte Ararat.
Mangee abandona el restaurante cuando al noruego a la tercera lágrima provocada por los recuerdos de Arenhdal busca consuelo de una noche en los brazos de nuestra heroina.
Se desnuda, ya en la habitación, mientras el brillo de una nueva constelación le besa el omóplato. Se mete entre sábanas que no huelen a lavanda y se duerme con susurros de Turgeniev que le evocan una abrazo con cada estrofa.
El noruego ha cumplido su palabra y durante el desayuno le llevan el salvoconducto prometido.
Un jeep blanco con el emblema de la ACNUR le acerca a la tierra de nadie, ahora ha de tener mucho cuidado; patrullas de las fuerzas gubernamentales juegan al escondite con las milicias rebeldes del señor de la guerra armado y financiado por Ankara.
Signos inapreciables para las demás personas la llevan hasta la falda del monte Ararat, ya en suelo turco.
Mangee abre su mochila y saca un paquete rectangular. No arranca el envoltorio, sabe muy bien lo que entierra a 40 centímetros de profundidad al pie de una gran piedra basáltica. Es un álbum fotográfico, desvaído por cientos de rayos solares filtrados por una claraboya polvorienta, con una espiral plateada en la cubierta.

Mangee sonrie feliz mientras guarda, en un bolsillo junto a su pecho, la fotografía que estaba en la página 9 del álbum

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