viernes, 30 de octubre de 2015

¿Por qué no viniste antes?

Y me lo preguntaste atemperando tu acento bonaerense. En realidad te importaba un carajo la razón de mi inanición. Calculabas, con los dedos, debajo de la mesa los euros perdidos. Tú y yo sabíamos que las cuerdas se rompen, siempre cerca del nudo, por la parte más débil.
Cuando el "¿Por qué?" pesa más que el "¿Qué puedo hacer?" hay que preparar el petate y embarcarse. Y hoy hago balance de todo el dolor que rezuma en las pocas paredes que ocupan estos pocos metros cuadrados.
Y no te culpo, sólo te informo. Me ha jodido mucho ese juego de la doble apuesta. Cuando todo apuntaba a confirmar mis errores te lo apuntabas en tu haber. Cuando era una nimiedad sobrecargabas lo que me aterraba y anotabas la resolución, siempre simple, en tu brillante intervención.
Soy responsable de mis palabras y de mis silencios, pero no soy responsable del precio que pago por el dolor al que me has condenado por miedo.

No hay comentarios: