miércoles, 4 de julio de 2012

Vientos

Hubo un viento maligno que se desataba bajo las faldas de la mesa camilla. Arrastraba relatos de aparecidos y ánimas en pena.Y el niño, aparentemente absorto en sus problemas de geometría, creció temiendo los vientos.
Otro viento, aún más maligno, le amputó siete años. Y su temor alcanzó alturas casi himaláyicas.
Los mismos vientos, cuatro años más tarde, le robaron quince meses y dos amores. Le intoxicaron con relatos fantásticos, bajo la luz del día, y con aullidos marinos durante las noches de tempestad.
De los que soplaron después dice no acordarse. Lo entiendo perfectamente. En una ocasión lo acercaron a la Polinesia ocultándole la Cruz del Sur ... pero ésa es otra historia que nunca se escribirá.
Hoy, sé que hoy, espera un viento que le lleve a la orilla de un lago salado en una ciudad fronteriza. Quizás ese viento redima a los anteriores, quizás sople a mediados del próximo otoño.

2 comentarios:

Las Espirales de Brígida dijo...

Me gusta tanto como escribes...

Verónica Calvo dijo...

Nunca debemos perder la esperanza.
Aún así yo le llamaría... El viento tiene ese misterio, que escucha y acude.