jueves, 19 de julio de 2012

Pléyade

Me sorprendió que utilizaras una de mis palabras fetiche, Pléyade. La dejaste caer mientras yo ensayaba poses de siciliano celoso al describirte las noches de Palermo. Me seguías muy bien el juego, tan bien que las carcajadas se me escapaban a borbotones y zigzageaban por las arenas de la playa de la Barceloneta. Uno de los dos paisanos que se sentaban en la mesa de al lado nos abordó y, en mal inglés, se presentó como cámara de una televisión autonómica (debería ser verdad, así lo confirmaba la credencial que le colgaba sobre el pecho).
Sin pedir permiso acercó su silla y se sentó a tu izquierda. Llamó al camarero y pidió una botella de Penedés "bé fred, en cubitera ..".
El paisano número dos se nos unió y empezó la batería de preguntas que yo ya me temía.
Me encantó como respondías en tu italiano exquisito y me descojoné de risa, por lo bajinis, cuando brindaste en húngaro. Yo, totalmente metido en faena, hice el segundo brindis. Me puse en pie y, sacándo mis mejores dotes dramáticas, recité "O, rămâi" de Eminescu.
Se te saltaban las lágrimas de risa, un par de horas después, cuando recordábamos en el metro todo el episodio.
Y la noche acababa de de empezar con una nueva pléyade hija de Tauro y Aries.

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