lunes, 30 de mayo de 2011

Cara de tonto

Y se le quedó cara de tonto, quizás siempre la tuvo y así lo vieron y como tal lo trataron.
Pero no era tonto, él lo explicaba de otra forma:


Tengo un desfase de un minuto con el resto del mundo; me adelanto a todo y a todos. Llego sesenta segundos antes de que se pronuncie la palabra, de que se escriba el texto, de que caiga la manzana. Y respondo, reacciono porque sé lo que irremediablemente está a punto de pasar en la vida de los demás, en su microcosmos.
Se congelan los hechos, se congelan las palabras, se congelan las emociones que mejor estarían muertas ...
Y mi presente, que es su futuro, lo sobrescriben a conveniencia sin ningún pudor, ignorando que este fenómeno tan poco cibernético tiene también una memoria-tampón

1 comentario:

Las Espirales de Brígida dijo...

Increíble historia sin mas.

Me encantó

Besos siempre